Las relaciones entre poesía y locura reconocen una genealogía ilustre desde que el romanticismo provilegió el lado oscuro de la vida. Desde Sade, internado en Charenton, hasta Artaud pasando por el Conde de Lautreamont. Grandes escritores que en su época fueron separados de la sociedad recibieron -siempre después de su de la muerte- el reconocimiento de los mismos que lo habían expulsado. En nuestro país, recién ahora se está intentando rescatar la obra de Jacobo Fijman qué murió el 1970, en el Borda. Se hallaba internado allí desde 1940. En el mismo hospicio, hoy otro poeta, Julio Garber, recorre los mismos riesgosos caminos que no pueden separar la vida de la poesía...
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