De regreso a casa, vio arder las antiguas sinagogas del primer distrito de la ciudad. Su padre y su madre trabajaban en un taller de costura y sobrevivieron. Muchos de sus familiares fueron parte de los más de cinco mil de judíos austríacos que fueron llevados a distintos campos de concentración alemanes como Dachau, Buchenwald y Sachshausen. “Los obligaron a mantenerse parados durante 48 horas y al que se movía lo fusilaban. Salieron vivos sólo dos mil”, detalló Bauer. Poco antes de aquel 9 de noviembre de 1938 en el que se de-sató La Noche de los Cristales Rotos, hubo deportaciones forzosas y una serie de medidas segregacionistas por parte del gobierno.
Su familia no practicaba religión alguna, pero era de origen judío y este dato constaba en sus documentos. Fue, reflexiona, la única forma posible de organizar el gran saqueo que incluyó a 7500 negocios en Alemania, Austria y República Checa. Pese al antisemitismo dominante, compartido muchas veces por católicos y judíos ortodoxos, a las persecuciones y las primeras deportaciones, el grado de asimilación era constitutivo. “Viena era un ciudad integrada por judíos, eslavos, italianos y alemanes. Nuestra influencia cultural era y es importantísima, Freud por ejemplo.”
Claro que este hombre de fuertes convicciones marxistas, pediatra de profesión pero escritor de vocación, no veía sólo una persecución religiosa y racial por parte de los nazis. Simplemente los define como “una manga de delincuentes que tomaron el poder” y que buscaron un enemigo interno para financiar sus aspiraciones imperialistas. Hay una cita en su libro Historia contemporánea de los judíos, donde Bauer asegura, a propósito de una declaración de apoyo al incipiente partido nazi en 1932 en la asamblea del Club Industrial Alemán de Düsseldorf, que “el capital monopolista alemán se estaba orientando abiertamente a la revancha bélica como medio de superar la crisis económica”.
La Noche de los Cristales Rotos fue tal vez la primera gran alerta para las comunidades judías en las ciudades de constitución germana. La persecución y el antisemitismo eran frecuentes en el campo, especialmente en Europa oriental (Polonia, Rumania, Rusia) donde los judíos hablaban yiddish y eran más conservadores. Muchos emigraron a las ciudades y hasta generaban el rechazo de algunos sectores de la comunidad judía, que les imponían su clasismo y su urbanidad, que “los culpaban por el crecimiento del antisemitismo de los alemanes por ser rústicos, campechanos, sucios e ignorantes”. Fueron los primeros deportados de las ciudades. Te recomendamos leer la nota completa en Fuente siguiendo este link a Pagina/12
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Libros:
-La mujer, ser social y conciencia
Prólogo de Delia Etcheverry
Silaba - Buenos Aires - 1970
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