El corazón de la Plaza
por Pietro Salemme
A Naty Menstrual
El vestido de Naty Menstrual estaba agujereado en toda su extensión. Círculos casi perfectos que mostraban su piel de dorada. En verdad era ella la que estaba atravesada de lado a lado y por esos orificios perlaban a chorros los muñecos con cara de jengibre, las remeras rasguñadas con retazos de su alma. Podías pasar por su lado y elegir n ver. No todos están preparados para ser escupidos por la brutalidad del arte. Pero la plaza tenía un centro, un corazón perfectamente desgarrado ¡y tan vivo! y ahí estaba Naty, de pie, firme ante todos sobre sus veinte centímetros de plataforma, cuidando a sus hijos sin padre, y dándolos en adopción. El trabajo de Naty Mesntrual es pura creación, y manifiesta una ideología. Y por supuesto contrasta con la reproducción ilimitada de la bandera arco iris, que no deja de ser eso, una reproducción sin mucho mas sentido que el que uno le dé: pulseras, prendedores, remeras, gorras, objetos: todo pintado color arco iris hasta el agotamiento. Y finalmente, la saturación actúa como marca, y las marcas masifican, perdiendo siempre la idea inicial. Por eso, en medio de la maraña multicolor, la obra de Naty tiene identidad propia. El resto se vuelve espejitos de colores, botellas de coca cola. Y todo eso está en nosotros.
Los tiempos cambian. La historia presente actúa de manera tan aplastante que la inmediatez de Todo parece sesgar el pasado mas reciente. Me retuerce el corazón.
Detras del brillo, la purpurina, los cuerpos desnudos, los bultos multicolores, las tetas al viento, la música estridente (absurdamente estridente, que no permite dialogo alguno, igual que llevar el boliche a la plaza), detrás de los gritos con pseudo políticos que expresan menos de lo que se desea aparecen agazapados los verdaderos motivos del porque estamos allí, gritando, maquillándonos, cantando, disfrazándonos. La cara de Natalia Gaitan en un adhesivo se abría paso silenciosamente, se adhería a pechos que paseaban la palabra “fusilamiento” en medio de la fiesta. La Marcha se ha convertido en una fiesta. Una gran fiesta necesaria donde una buena parte de la comunidad purga sus penas bailando, llora a sus muertos riendo, exhibe a sus martines, y se olvidan las diferencias, quizá, por un rato.
Decir presente. Hacerse visible para la sociedad. Y expresar aún que mas allá de la plaza, siguen habiendo muertes por odio, nuestros jóvenes se siguen suicidando, lxs chicxs continúan sin tener su DNI, la violencia de género suma victimas día día, nuestras compañeras mujeres se ven violentadas por un estado que condena el aborto y las mata en las clandestinidad… Se marcha por mucho. Y se festeja. Pero si en la fiesta no te acordas de los que verdaderamente pelearon, de los que lamentablemente no resistieron, la fiesta, no es nada mas que un tumulto de gente idiota escuchando música fuerte. Porque incluso a la fiesta, muchxs, no podrían siquiera llegar.
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