Fue bautizado por un sacerdote católico, que heredó sus apellidos a los 700 habitantes del pueblo ¨Sánchez Alvarado¨.
Miembro de una familia numerosa y muy pobre, cuyo medio de supervivencia era la prostitución de sus mujeres, a corta edad fue regalado por su madre a un comerciante de sal, quien lo entregó al Hospicio de Huérfanos de San José, porque se encontraba muy enfermo. Ahí creció marginado entre el hospital y el hospicio, sin ninguna oportunidad de educarse.
En la madrugada del 13 de mayo de 1950, las joyas de la Virgen de Los Ángeles fueron robadas y el guardia de la Basílica asesinado. La opinión pública estalló de furia y José León Sánchez, un joven de diecinueve años fue acusado del crimen. Un grupo de la Escuela Militar de Guadalupe, comandado por un oficial cubano de apellido Barceló, fué enviado por el presidente Batista, para investigar el caso , este le arrancó una confesión de puño y letra hurgándole los tímpanos y las muelas con alfileres. De esta forma el caso quedó resuelto y la opinión pública costarricense tuvo un rostro en el cual corporizar su indignación, los periódicos pudieron comenzar a construir con nombre y apellidos la leyenda del "Monstruo de la Basílica" y para aquel indígena analfabeto y sencillo, el infierno se hizo más grande.
A pesar de implorar por justicia ante el juez y denegar su confesión obtenida a través de torturas, la barra de abogados de Costa Rica en pleno, se negó a defenderlo. Así él mismo asumió su defensa, para la cual ni siquiera se le proporcionó una copia del expediente, para poder enterarse de qué se le acusaba. Fué excomulgado por la Iglesia Católica, le marcaron en su pecho el número 1713 y lo sentenciaron a prisión perpetua en la Isla humillado, ofendido, despreciado, soportando hambre, soledad y castigos, en un calabozo oscuro con derecho a quince minutos de sol por día y con la esperanza de que... " Dios volviera los ojos hacia el penal y se acordara de él, aunque los rezos fueran mal dichos ", comenzó a escribir las cartas de los compañeros de celda, por cinco céntimos, así conoció la historia de todos los reos del pabellón. En 1963, un compañero de prisión le comentó que había un concurso de cuentos, impulsado por Constantino Láscaris de la Universidad de Costa Rica, llamado los " Juegos Florales " y el premio era de 2.000 pesos, donde ganó su primer premio con el cuento " El poeta, el niño y el río ". A pesar de la oposición de algunos, porque el premio había sido ganado por el reo más temido y odiado del pueblo costarricense, le fué otorgado en el Teatro Nacional, con una silla vacía y un ramo de rosas.
Había nacido el escritor costarricense del milenio, su apodo había cambiado dentro del penal, ya no era el "Monstruo de la Basílica", ahora lo llamaban " El loco del libro ", talvéz ya... Dios empezaba a escuchar sus oraciones.
Durante diez años, en papel de bolsas de cemento y con cabos de lápiz, empezó a escribir su primer Best Seller , " La isla de los hombres solos ", narrando no solo sus propios sentimientos y sus experiencias, sino la de sus compañeros, a quienes en las noches interminables del presidio, acostumbraba leerles los capítulos de su novela. Asi mismo lo hacia los fines de semana, cuando llegaban los turistas a conocer al "Monstruo de la Basílica" a cambio de unos cuantos centavos. Seguir leyendo AQUI
Material disponible en Biblioteca LGTBI de José León Sánchez
Libros:
-La isla de los hombres solos
Novaro - Mexico - 1971
La Isla de los hombres solos, es una novela escrita por José León Sánchez, trata sobre las condiciones inhumanas del penal de San Lucas en Costa Rica. En primera persona un hombre narra cómo es acusado injustamente de asesinato y es condenado a trabajo forzado, como es llevado al penal de San Lucas, su estancia en el temido lugar, las vejaciones a que es sometido y el hambre crónica pintada en cada una de las caras de los presos. El penal de San Lucas se caracterizaba por ser una isla donde sólo hombres eran encarcelados, las prácticas homosexuales y con los animales eran cosa común en el claustro, algunos hombres terminaban por tomar roles de mujer. En el penal primeramente colocaban un grillete de varios kilos que terminaba por llenar de llagas el tobillo, ocasionando gangrenas e infecciones dolorosas. La comida era escasa, el hambre se enseñoreaba, al mismo tiempo que los malos tratos y las golpizas de los guardias. La muerte era la única forma de escapar de aquel lugar.....
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