He pensado mucho y finalmente creo que debo escribirlo para terminar de desordenar esta madeja de ideas. Tiene que ver con la Memoria. Tiene que ver con el Archivo. Tiene que ver con lo que se Conserva. Tiene que ver con el Olvido.
Esta Biblioteca, mi biblioteca que decidí compartir al mundo en el 2009 nació conmigo. Y habla de mis manías, de mis motivos, de mis razones, de uno de mis caminos. Lo que uno quiere dejar. Lo que uno elige conservar para que otros no olviden. De eso se trata. Guardar un libro, un recorte, una foto que ni siquiera tiene que ver conmigo directamente para que un otro, mañana, pasado o quizá nunca sepa de eso. Quizá nunca, si. Hay cosas que no van a estar. Hay cosas por las que nadie va a preguntar. Hay cosas, libros, objetos, recuerdos, episodios. Y hay personas por las que nadie va a preguntar.
En el principio era por mí. Por mi gusto y placer. Y por aprender. No tenía ni diez años cumplidos y ya hurgaba diarios y revistas en busca de un guiño que me hablara de la homosexualidad. Y si lo encontraba, lo recortaba y lo guardaba. Eran otros tiempos. Ahora, a pocos días de cumplir 39 años y desde hace ya muchos años, la información circula de otra manera. Luego, cuando fui creciendo, en mis largos recorridos por librerías gastando lo que lograba juntar compré libros que sabía nunca leería, pero la sensación era de tener que comprarlos para guardarlos como testimonio, como registro, como archivo.
Nací una casa donde había muy pocos libros. Hoy tengo más de 15.000 ejemplares distribuidos entre la Biblioteca y mi librería.
Antes de decidir compartir mi Biblioteca, mi archivo circulaba entre conocidos; amigos de amigos de amigos de amigos que sabían que yo podría llegar a tener tal o cual cosa y generalmente la tenía. En esos préstamos perdí varias cosas. Y otros ganaron buenas notas en sus tesis.
Durante décadas junté además VHS. Llegué a tener cerca de 4.000 Mas del 90% de esa colección fue donado a diversos lugares. He guardado algunas películas y cientos y cientos de horas de grabación de las que soy responsable. Mis videocaseteras tenían siempre un vhs virgen en su interior y el control estaba siempre a mano para grabar lo que considerara pertinente. Otros programas los graba dejando programada la videocasetara.
De algún modo se armó la biblioteca, la videoteca, la hemeroteca. Y también lo otro, ese plus que tiene este espacio de la Biblioteca del cual cada persona que la visita me habla. Algo que hace que cada uno que entra se conecte con algo de la Biblioteca pero a la vez con algo muy suyo. Esas cosas suceden por una sola razón: por amor. Y yo amo los libros.
Muchas visitas me han hablado de otros archivos, porque casi todas las organizaciones LGTBI lo han tenido. Pero siempre fue descuidado, descuartizado ante peleas de egos y finalmente olvidado. Cuando en 2009 la Biblioteca llamó la atención de los medios y me hicieron notas, ciertos archivos comenzaron a hacer su puesta en valor.
Lo cierto es que a mi propio rejunte de cosas, se le fueron sumando otras. Otras memorias: las de escritores, las de lectores, las de visitas que dejaban libros, revistas, o algo que sumara a la Biblioteca.
Me siento responsable de todo aquello. Lo cuido. Lo conservo. Y trato de darle difusión.
Y vale recordar tres palabras:
-Autogestión (esta biblioteca se mantiene de dos bolsillos, no pide subsidios ni recibe los guiños de agrupaciones políticas que siempre quieren algo a cambio)
-Independiente (la biblioteca no pertenece a partido político alguno, ni agrupación, ni nada. Para ser más obvio, la Biblioteca soy yo)
-Gratuita (la biblioteca abre sus puertas de manera gratuita desde hace 9 años y cada vez que alguien la visita yo cedo mi tiempo de trabajo)
Memoria. Archivo. Olvido. De eso era que quería escribir. He guardado cosas pensando en una suerte de inconsciente colectivo. Lo peor es cuando se mete la nostalgia. Y está casi siempre. El archivo puede perderte, puede arruinarte, puede ser un laberinto. Mi labor en estos años fue desgastante. Y me fui dando cuenta que a fin de cuentas, la mayoría de las cosas están destinadas a ser olvidadas. Yo he ofrecido un espacio a muchos libros para que eso no suceda. Porque siempre pensé esta Biblioteca como una capsula de tiempo. Y espero que así sea. Porque uno no sabe qué sucederá cuando uno no esté. Aunque deje la tarea hecha. Si, pienso en la muerte. Siempre lo he hecho. Siempre he tenido conciencia de lo finito. Por eso en parte pude fundar esta Biblioteca. Pero este año, todo se ha transfigurado.
Hace pocos meses, murió una de mis hermanas, con 45 años. Muerte súbita. Eso significa que no hubo un malestar, ni una internación, ni un aviso. Nada. Fue encontrarla sin vida. Así de absurda es la vida. Y eso también lo supe siempre. Todo es absurdo, ridículo, y dura un ratito.
Mi vida estalló en mil pedazos. Cada día una esquirla perdida vuelve a rasgarme la carne y el alma. El pasado se volvió obsoleto. Y me empecé a hacer aún más preguntas. Muchos de los que leen esto habrán pasado por la situación de enfrentarse con las cosas de un ser querido fallecido. Yo me he encontrado con el mundo de mi hermana, que era su casa, sin ella. ¿Qué carajo se hace con todo eso? Entonces las cajas, las bolsas, lo que se tira. Aquello que hasta hace unos días era algo útil ya no tiene sentido alguno. Es algo así.
Mi curiosidad hacia el pasado, hacia el archivo, ha cambiado. Ya no quiero todo lo que tengo. Ni pretendo conservarlo. Muchas cosas (salvo las donadas) he decidido sacarlas de la Biblioteca. Algunas tienen un estrecho lazo conmigo, pero también con ese inconsciente colectivo. Pero necesito sentirme más liviano. Y porque me he dado cuenta de que la Memoria es una palabra muy bastardeada, que queda muy bien en discursos políticos, pero llegado el momento nadie sabe nada, nadie recuerda nada.
En estos años he intentado salvar y recuperar más de una biblioteca de escritor@s que al morir, sus libros son tirados, o vendidos por miserias o por fortunas. En algunos casos lo he logrado. He invertido tiempo, dinero, energías...
No se de que manera pero la Biblioteca se irá transformando, porque como siempre digo es una extensión de mi cuerpo, de mi interior. Si cambio, ella cambia.
Hace tiempo siento que este no es el país para esta Biblioteca. Que este país no se la merece. Por algo será que las Bibliotecas personales de muchos de nuestros grandes escritores están fuera del país. Mirá la de Pizarnik, por ejemplo.
Este país es una ruina salvaje que gobernantes tras gobernantes han ido destruyendo. Elegiría quemar cada libro antes de dejarle uno solo al gobierno de turno. Sobretodo tratándose de gobiernos que como el que desde hace diez años padecemos.
En tiempos de desmedida violencia, ya no puedo abrirle la puerta de la Biblioteca a cualquiera. Lo siento. Nos acostumbramos a fuerza de miedo y muertes a vivir llenos de candados y a mirar para todos lados al salir, al entrar, al andar. En diez años han logrado separar amigos, familias, vecinos. Han logrado enfrentar. Lo de "divide y reinarás" no es solo un dicho. Pensar diferente trae serias consecuencias. Y mientras el pueblo se pelea, ellos vacían las arcas.
El activismo ha cambiado mucho en estos años. Se ha convertido en algo bien pago. Se ha amigado con los políticos de turno. Y ha elegido traicionar la propia historia marica en pos de un cheque gordo. En fin, que se han sometido al sistema. A mí los que organizan la Marcha del Orgullo no me representan. Al menos en su mayoría. Son los mismos que en más de una ocasión me bastardearon y luego pretendieron capitalizar mi trabajo de años en la Biblioteca. El poder tiene parece que tiene eso, te hace sentir con derecho a maltratar. Esas no son maricas, esas son forras que le chupan el culo a los políticos que le ponen el plato de comida balanceada en la mesa cada día. Yo prefiero rascar el fondo de mis bolsillos antes de traicionarme.
Yo no voy a someterme al sistema. Pero tampoco voy a seguir haciendo el tonto, regalando mi tiempo.
Elijo a aquellos que han encontrado en la Biblioteca el su propio escarabajo dorado. Aquellos que buscan algo que en otros espacios no encontraban. Y han sido muchos. Y de los lugares mas recónditos. No me quedo con los tristes saqueadores de ideas, los pobres de entusiasmo que en cualquier lugar pueden encontrar la gloria con pensamientos o ideas ajenas. Pero lo individual prima, lo que uno es prima. Y esta Biblioteca me unió a muchos seres maravillosos. Y otros que ni siquiera han aprendido a dar las gracias. Y no es que las busque, pero vale para resaltar un mal de este último gobierno. Han comprado la incertidumbre, ka falta de trabajo, la carencia con planes sociales. Los dan tirado a la marchanta. Y ahora muchos creen que todo debe ser dado, que no es necesario siquiera dar gracias. Allá ellos. Pobre de ellos que creyeron.
Esta Biblioteca no es Argentina. Aunque aquí esté emplazada. Aunque yo haya nacido aquí. esta Biblioteca Lésbica, Gay, Trans, Travesti, Bisexual, Intersex, Queer también es Hétero. Y a la vez nada de ello. La etiqueta solo me fue necesaria para que los demás pudieran encontrar este espacio. Para que pudieran saber que hay un espacio con cierto tipo de material. Yo no creo en las etiquetas. No las necesito. No necesito que me orden el mundo, ni que me digan que corresponde a cada etiqueta. Las etiquetas cuentan generalidades y reprimen las particularidades. Las travestis ahora son trans, y así de un plumazo fue borrada toda una Historia. Por conveniencia, porque "lo trans" se acomoda al sistema, y "lo travesti" incomoda al sistema.
Mientras yo respire, la Biblioteca será un espacio para much@s. Luego no lo se. Pero lo voy pensando. Asique si necesitas algo, no lo dudes, me escribís: bibliotecalgttb@gmail.com
Pietro
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