Una vez escribí en algún lugar una frase que me dijo mi amiga Beatriz de Sevilla: en todas las minorías hay siempre una mayoría de idiotas. Sigo
estando bastante de acuerdo con este enrevesado pensamiento maligno. Cada marica, bollo, trans pertenece a su vez a una mayoría o a varias
mayorías, y a una o varias minorías distintas de la sexual. Así hay maricas gitanas, negras, católicas, del PP, millonarias, de Lavapiés, neonazis, de
Chueca, militares, monjas, profesores, okupas, catalanas, extremeñas, merengues: cada una con sus intereses de clase y otros intereses particulares a
los que difícilmente quieren renunciar. Y saben perfectamente que el hecho de ser maricas les puede perjudicar en otro tipo de reivindicaciones. No se
les pasa que llegar a ser una marica solidaria puede acabar volviéndose en su contra. Una Ética Marica sirve, entre otras cosas, para sacarle los
colores a los colectivos mayoritarios, a muchas maricas que no ven más allá de la longitud de sus pestañas, de su descapotable, de su despacho en el
partido, de su empresa. El eterno problema: ¿cómo ser marica y renunciar a mis intereses de clase previos, heredados, familiares, en los que me han
criado y en los que me he sentido siempre muy a gusto? Los comunistas de toda la vida, la izquierda más rancia esto lo arreglaba sumariamente: las
maricas son burguesas, sus reivindicaciones son meramente culturales, contingentes, su enemigo —la homofobia— no es el nuestro —el capitalismo—
más que de modo tangencial, incluso no es incompatible ser de izquierdas y ser homófoba porque las maricas son hijas del capitalismo y del mercado,
apedreémoslas, etc.
Yo como marica me he cagado y me sigo cagando en esta izquierda machirula, misógina y homófoba que está lejos de pertenecer a la historia. Ycomo
votante a veces de la izquierda, y sintiéndome más afín a sus planteamientos que a los de muchas maricas entregadas al euro (pride), hasta me parece
bien este continuo estar bajo sospecha al que nos somete la izquierda. Otra cosa es pasar de la vigilancia ideológica al genocidio, a la cárcel, al
paredón, a la persecución, a la prohibición a la que nos han sometido y nos someten los regímenes comunistas en el pasado y en el presente, de todos
los tiempos. Con el tiempo me he convencido de que las maricas tenemos algo de cabras, siempre acabamos tirando al monte del consumismo, de la
insolidaridad, de la conquista egoísta de privilegios privados, a la connivencia con el poder, al pisacuellismo de los que están peor que nosotros. Por
eso no dejo de darle vueltas a una Ética Marica en la que no siempre primen los intereses de clase y los privilegios de cuna, una ética que no comparta
los presupuestos de las éticas umversalmente aceptadas, sancionadas socialmente, mayoritarias, sólo porque se considera que defienden
reivindicaciones más globales, más generales, más comunes. Y que se erigen sobre las ruinas, que para mí son esenciales, constitutivas,
irrenunciables, del hecho fundamental de ser marica, bollo o trans —que se considera accesorio, particular, una parcela vital entre otras, compatible con
casi todo—.
-------------ETICA MARICA, PACO VIDARTE
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