¿Que tienen en común una marca de aceite y el caso del Escándalo de los Cadetes que estalló en la primavera de 1942?
Olavina era el aceite que se promocionaba como fresquito y hasta tenia un concurso a traves de un programa de radio. Durante su transmisión, si tu teléfono sonaba, debías atender diciendo OLAVINA para hacerte con el premio.
Una Maria Aurelia Bisutti fue parte de las campañas publicitarias de la marca. Pero la cara que estaba en todas las casas era la de Sonia (posiblemente la modelo fuera Sonia Litchman, incluso en el recientemente aparecido libro CACERIA de Gonzalo Demaria es nombrada solo como Sonia)
Los medios porteños de aquel 1942 se dividieron entre los que se animaban a hablar del tema y los que no. Es que ni siquiera estaban seguros de que palabras usar para nombrar desde un periódico a un grupo de hombres que tenían vinculos sexuales y amorosos con otros hombres. Pero no cualquier tipo de hombre, sino que cadetes del San Martín.
El protagonista de la causa que quedó en los anales de la justicia y escondida por decadas y decadas en la Historia Argentina es un joven llamado Jorge Horacio Ballvé Piñero y un par de amigos, todos rondaban o apenas sobrepasaban los 20 años. Uranistas, invertidos, victimas de pecado nefando... Y victimas de una sociedad que condenaba la homosexualidad y hasta ejercía terapias de conversión siniestras y perversas.
Los muchachos solo concurrían a zonas donde tanto ellos como los cadetes sabían que era de levante. Lo mismo esperaban el Tren de los Cadetes en Palermo o lo hacían en Plaza Italia u otros lugares. Pero si salió a la luz fue porque ademas de sexo y algunos regalos, hubo romances, encuentros que perduraban, delatores, cartas y sobretodo fotos. Jorge Horacio Ballvé Piñero invitaba a los cadetes a hacerse fotos, algunos vestidos, otros desnudos, siempre con alguna prenda del ejercito. Las fotos corrieron un destino aparte, muchas se destruyeron, y otras fueron esacondidas en un entramado complejo. Porque había familias importantes tanto del lado de los cadetes como de los muchachos homosexuales.
Sonia, era la única mujer entre los muchachos. Y también declarante en la causa. Participaba de las fiestas (que estaban un poco alejadas de cualquier fantasía orgiástica) y a veces, en los "levantes" era el anzuelo para los cadetes que luego de semanas de abstinencia necesitaba desesperadamente descargar sus pasiones. La historia se cuenta en un departamento, pero tambien en lugares de esparcimiento como el Negresco, el Politeama, teatros de revistas, cines, el Colegio militar de Palomar, el Tabarís, el cabaret May Fair y se sale de los margenes de la ciudad, tanto hacia el norte, el oeste y el sur.
Foto collage de Pietro Saleme Silvert con el libro y objetos pertenecientes a cadetes anonimos del San Martín, coleccion privada. |
El libro de Gonzalo Demaria es interesante si si te interesa ahondar en esta historia y te inquietan los datos. Sino, podría ser aburrido y sin ritmo. Ya que no dista mucho de un expediente judicial. El texto es una seguidilla enorme de datos: nombres, direcciones, lugares públicos, localidades, y demás. Yo lo leo deteniéndome a cada paso, ya que detras de esos nombres encuentro sorpresas al investigar fuera del libro o curioseando sobre ciertas direcciones o lugares de esparcimiento. Pero se trata de un caso que desde hace décadas quiere ser visitado y ha sido visitado por algunos, pero nunca desde este lugar. Quiza sea el comienzo.
Pietro Salemme Silvert
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