Periodista: ¿Vos sos under?
Nelly: ¿Qué?
Periodista: ¿Vos sos under?
Nelly: No. Nelly del Paraná
(De un informe sobre el underground
en el programa de Antonio Gasalla:
“La Torrer de Babel”, años 90 donde
un notero entrevistaba a Nelly del Paraná)
Con lo que me gana la nostalgia siempre. Con lo conservador del pasado que soy. Muchas veces me pregunté porque me gusta tanto esa parte de un tema de Joaquín Sabina que dice “Al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver”. La experiencia acredita. Con los años, he regresado a cuerpos alguna vez amados, y ni brindar por los gozos pasados, solo un estar horizontal, ondeante, y adiós. También he vuelto, empecinado, a sitios, algunos tan lejanos, trayectos enormes… Sitios que mi infancia o adolescencia habían mitificado. Y no pude encontrarlos. Estar estaban. Y un lugar puede cambiar más o menos. Pero incluso mis ojos, que siempre son los mismos, tenían otra mirada. Siempre fue luego preguntarme ¿para qué? ¿para qué? Los recuerdos son un objeto bello, indescriptible y mutable que nos regala la vida.
“Al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver”. Ya no quiero volver. Prefiero ir. Porque aquello, me acompañará siempre, aquello, que por alguna razón, es un ladrillo mas en mi constitución como persona. Con la Historia pasa lo mismo. Sin ciertos episodios no hubieran sido posibles otros. Por eso cuando se trataba la Ley de Matrimonio Igualitario se habló en repetidas oportunidades de la Ley de Divorcio o del Voto Femenino. Distantes en el tiempo, pero como muchos personajes de Beckett, no existirían uno sin el otro.
Para la mayoría de los que nos dedicamos al teatro de una u otra manera, hay momentos a los que siempre volvemos. Aunque no hayamos estado ahí. Y volvemos en la palabra, con una imagen, desde la nostalgia de aquello que no volverá a suceder. El teatro under no existe más. Hace mucho que dejó de existir. Por mas alejado del circuito que te pongas, por mas oscura que sea la sala donde lo hagas… El under, lo hicieron otros. Tienen nombre y apellido. Y son irrepetibles. Esas cosas suceden de una sola manera: siendo sinceros con el propio arte. En aquel entonces –que lejano suena, tanto como un “Allá lejos y hace tiempo”- había muchas cosas por decir, veníamos de una masacre –me incluyo como argentino, no como partícipe, era muy niño- y los discursos aun no acaban de organizarse. ¿Importaba? Espacios no convencionales se convirtieron en lugares donde la soga dejaba de apretar el cuello, donde hasta en al agua se podía aprender a respirar. Hoy vamos a encontrar a aquellos artistas en muchos libros sobre teoría teatral. Podemos asistir a seminarios. Incluirlos en programas educativos. Hablar de ellos como lo estoy haciendo yo. Lo cierto es que ellos no aspiraban entrar en la Historia, y mucho menos en la Historia del Teatro. Ellos no pretendían dar clase. Crear sistema. Incluirse dentro del “campo intelectual”. Revolucionar la escena. Etc. Etc. Etc. Solo querían HACER. ¿Teatro? ¿Poesía? ¿Plástica? ¿Performance? Eso nos importa a ahora. “El nombre cancela siempre la experiencia” dice uno de los personajes de “La paranoia” de Spregelburd. Ellos hacían. Y la acción fue potente, espontánea, desprejuiciada, inocente y sobretodo generadora. Eso es mística. Porque si uno es único, respeta su esencia y con eso crea, ya está, no hay nada más que buscar.
No es raro que en estos tiempos, el teatro OFF solo signifique una contraposición con el teatro COMERCIAL, como si el OFF no lo fuera. Solo se trata de una cuestión de números y alguna que otra forma estética más o menos estandarizada. Pero la gran diferencia entre aquel under y este off, es que hoy, la desesperación por pasar a la historia es intencional y evidente, al menos en los casos más chabacanos. Ante muchos espectáculos uno puede ver claramente con qué se está rompiendo, y también ver esos escombros, pero lo que uno no puede presenciar es lo que se está construyendo. Quizá sea imposible escapar del poder de absorción de la Cultura. Un cultura Kleenex. Porque “pertenecer hace la diferencia”. Está bien. Bueno.
Hoy cerca de las 15 hrs. Le pusimos el collar a Diana, que es una perra sorda e hiperactiva que encontramos hace unos años al costado de las vías y empezamos a caminar hacia el centro de Hurlingham. Doris me iba avisando por mensajes de texto por donde estaba: “Recién pasé el Hospital Posadas”… “Estoy en Rubén Darío”… Nunca nos habíamos visto más que por Facebook. Antes de salir de su casa, hablamos, y bromeamos “Llevo una flor para que nos reconozcamos”, “No te preocupes, llevo a la perra que es un escándalo, te vas a dar cuenta”.
Cuando yo tenía 15 años y estudiaba teatro, el under estaba llegando a su fin. Sin despedidas. Sucedió. Espacios que se cerraron. Artistas que emprendieron su gira eterna. Rumbos que cambiaban. Los noventa iban a pisar muy pero muy fuerte.
Y ahí estábamos ahora, un Domingo que se empezaba a poner fresco, caminando rumbo a casa y luego a la Biblioteca LGTTB “Oscar Hermes Villordo”.
Doris Night, generadora junto a Tino Tinto y Walter “Batato” Barea de “Los Peinados Yoli” que también incluían a Divina Gloria, Peter Pirello, Dennis Pannullo, Ronnie Arias y Ben Gala. Sería redundante escribir mis sentimientos sobre aquellos personajes del under de los 80, sobretodo cuando ya lo hice en otras entradas. Lo concreto, es que los mates con Doris, nos lo tomamos en pleno 2010. Ni siquiera en el mismo siglo de aquellos años jóvenes de democracia. Charlamos mucho, y claro que la nostalgia apreció. Pero fue un ratito. Porque no tenemos ganas de olvidar. Pero sabemos que aquellos que no están, nos acompañan tanto como aquellos momentos que ya fueron, y que nos hicieron ser como somos. Por eso, hablamos de esas cosas vanas imprescindibles para vivir. De tonterías que le hacen bien a todos porque inicialmente le hacen bien a uno. De teorías absurdas que hoy no le importaran a nadie (ojo, mañana si) De proyectos esperpénticos. De pelucas. De lo ricas que son las nueces. De Teatro. De amor. De todas esas pavadas, sin las cuales, la vida no merecería la pena.
Hoy “Los peinados Yoli” integran también la Biblioteca. Y estarán dispuestos, siempre, para aquellos que tengan ganas de abrir el cofre mágico y precioso del pasado, y despeinarse un poco con aire nublado de hierbas quemadas, con la música errante, los vapores etílicos, y aquellos sudores del cruising que siempre terminaban siendo gritos, palabras e imágenes sobre cualquier piso que hoy llamaríamos escenario.
-La foto de esta entrada es de Olkar Ramírez.
-Metete de lleno en el mundo de Doris, visita y volvé a visitar su blog siguiendo este Link.
Pietro
1 comentario:
Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida.
Dijo el poeta.
Muy buen post.
Saludos,
Franco
Publicar un comentario