Buscar este blog

19/5/22

I de Paul Verlaine

 

I (Paul Verlaine, 1844-1896)


No blasfemes, oh poeta, y recuérdalo siempre:


La mujer es deseable, tirársela está bien.


Aunque obeso es su culo la prestigia bastante


Y yo lo he saboreado alguna vez.




Ese culo y las tetas, qué refugio amoroso,


De rodillas la abrazo y lamo su rajita


Mientras mis dedos hurgan el anillo de atrás...


Y los hermosos pechos, impúdicamente perezosos.




Y desde ese culo, sobre todo en la cama


sirve como almohadón, o resorte eficaz


para que el hombre penetre en lo más hondo


del vientre de la mujer que ama.




Allí mis manos, también mis brazos y mis pies


se apaciguan: tanta frescura y redondez elástica


son un sagrario apetecible donde el deseo renace


fugaz y solapado, prometiendo juveniles proezas.


Pero, ¿cómo comparar ese culo bonachón,


ese culo rechoncho, más práctico que voluptuoso


con el hombre, flor de alegría y estética,


y proclamarlo vencedor?


“Eso está mal”, ha dicho el amor. Y la voz de la historia:Culo del hombre, alto honor de la Hélade y divino


adorno de la Roma verdadera, y aun más divino


en Sodoma, muerta y martirizada por tu gloria.”




Shakespeare olvida pronto la gracia femenina


de Ofelia, de Cordelia y de Desdémona para cantar


en versos magníficos que un tonto ha denigrado,


del cuerpo masculino su triunfo celestial.




Los Valois enloquecían por los machos, y en nuestra era


la aburguesada y femenina Europa a su pesar admira


al rey Luis de Baviera, ese rey virgen cuyo corazón


solamente por los hombres palpita.




La carne, también la carne de la mujer proclama


el culo, la verga, el torso y el ojo del arrogante Casto.


Por todo ello, oh poeta, ya lo ha dicho Rousseau,


Es necesario a veces apartar a la dama. 



No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Los Mas Visitados