Hace muchos, muchos años, encontré esta foto entre las cosas de mi papá. Un catcher le dedicaba a Salvador Salemme, mi padre una fotografía en el Hamburgo de 1955. Mi lazo con el catch viene por "Titanes en el Ring" desde niño. El suyo, nunca pude saberlo. Marino mercante, mi viejo, dejaba anécdota tras anécdota cada vez que hablaba pero nunca hablamos de catch. Cuando en 2012 Daniel Roncoli publicó ·El Gran Martín" le escribí y envié la foto para ver si tenía info sobre este luchador. Pero en ese momento no tenía nada para sumarme. Recientemente publicó "Un ladrdido de perros a la luna" y a poco de comenzar a leerlo encontré pugilistas y marinos estaban bastante mezclados y a veces bajaban del mismo barco. Entonces volví a escribirle. Y esta vez si, no solo me dio mucha info, sino que publicó en su pagina Facebook EL GRAN MARTÍN lo que transcribo debajo.
Pietro Salemme Silvert
Cuando uno escribe libros de investigación que atraviesan décadas y recorren continentes, tal es el caso de "Un Ladrido de Perros a la Luna", se abren innumerables ventanas. Una, es una vertiente a la que yo llamo El Franco Bagnatismo y tiene que ver con la dinámica que se genera a partir de la reconstrucción de historias en la búsqueda de gente -a veces por cuestiones familiares, otras personales-. En este espacio iré desgranando como hice con EL GRAN MARTÍN viñetas emanadas del contenido que permiten la ampliación de segmentos en la idea de que un libro puede ser un cuerpo en movimiento que se reescribe de forma permanente. El sábado me reuní con los Daneff, descendientes argentinos de un luchador búlgaro, para contarles cosas que ignoraban de su mentor, contenido que podrán observar en un posteo anterior. Ahora intentaré darle un sentido a la foto que Pietro Silvert encontró entre los tesoros de su papá, marino mercante, y que aquí comparto tal me la envió, con autógrafo y dedicatoria.
Eugenio González aparece en el libro de manera tangencial porque no tuvo un desarrollo en el catch "a la argentina" y haber contado de manera detallada las cuitas de cada uno de los que orbitaron estos espectáculos hubiera convocado la necesidad de por lo menos mil páginas.
Argentino, nacionalizado Español y autopercibido Gallego por el origen de sus padres, al año viajó con sus progenitores a Carballino, en Orense, la tierra de donde habían partido para desarrollarse, estudiar y trabajar. Potente y de un hambre inderogable, a los 17 años medía 1.88 y pesaba 118 kilos. Asesorado por un letrado pariente de su madre y con la española como única nacionalidad desandó el océano en 1935 para retornar a Buenos Aires con dos propósitos: el primero, eludir la milicia; el segundo, probarse como luchador de Libre y Grecorromana. Próximo a cumplir los 18, portaba una carta de un vecino dirigida a Javier Ochoa, la extraordinaria figura adoptada por los porteños, y si bien este le dio asilo y lo empleó en su bar, le dejó la educación sobre la colchoneta a otro competidor español, en gira por Sudamérica, llamado Manuel Fullaondo y al que todos conocían por Chiquito de Vizcaya. Ochoa ya había decidido invertir su calendario de nueve meses en Buenos Aires contra tres en Europa en la aceptación recelosa de que el Catch As Catch Can era lo que se venía. Con este asesoramiento y su portentoso aspecto fue incorporado en algunas ocasiones al show que en escenarios sudamericanos lideraba Constant Le Marin en la transferencia de la mano de obra de la lucha libre al catch, donde Gonzalez era utilizado como grupí: mezclado entre el público, cuando la ocasión así lo ameritaba, alguno de los integrantes de la troupe ofrecía desafíos por dinero y Eugenio se hacía pasar por un espectador sin experiencia en el metier. De manera paralela, ganó dos Torneos Amateur de Libre y Grecorromana de Buenos Aires patrocionado por los exponentes europeos que habían ofrecido sus mejores horas en el Teatro Casino, aunque al segundo se lo adjudicó de oficio ya que no hubo definición porque el público irritado por la actuación del árbitro invadió el pancracio, provocándose un escándalo que terminó con intevención policial y dos detenidos. Fue el último Torneo de esta característica que se ofreció en el Luna Park durante un receso del Catch ya considerado una de las dos vedettes del Estadio.
González retornó a Europa tentado por Le Marin, quien le aconsejó dejarse la barba ya que tenía un aire aniñado en su rostro, estableció su hogar en Hamburgo luego de casarse con una alemana y comenzó a ser una figura de relieve ya promocionado como El Gorila Español.
En 1941, su contrato le fue vendido por tres meses a El Hombre Montaña dentro de un lote de atracciones que, uno de los flamantes líderes del espectáculo del Luna Park de Buenos Aires, había comprado. Para su sorpresa, González vio en un afiche que a Juanito Olaguibel le habían puesto para reforzar su identidad: El Gorila Español, hecho que lo enojó mucho. Se trató de una confusión involuntaria ya que a Olaguibel lo denominaban El Gorila de Irún. La controversia con Montaña se resolvió de manera tajante, el promotor le dio rápida salida transfiriéndole el acuerdo a otro grupo de luchadores en viaje a Cuba. Fue así que Eugenio se hizo conocido en El Caribe para luego trabajar con suceso en el Sur del Continente Americano, especialmente en Brasil, Chile y, en menor medida en Uruguay, con escalas en Perú, sin abandonar su labor más intensa y extensa en Europa.
En 1950 tuvo ocasión de ser una de las figuras que el Conde Karol Nowina destacaría en la temporada disidente a la del Luna, que se llevaría a cabo en la Federación de Box, pero Eugenio González tropezó otra vez con la cartelería. El polaco pensaba venderlo en los afiches como El Hombre Montaña Español, en su afán de mojarle la oreja a su ex socio Iván Zelezniak, pero El Gorila no lo aceptó y entonces Nowina se decidió por un catcher brasileño al que no le molestó el mote. González se conformaría con visitar conocidos y continuar en tránsito hacia Lima.
Una especie no confirmada admite que, sin embargo, Eugenio en otra de sus visitas, pudo darse el gusto de tener centralidad en una velada de catch en Argentina durante uno de los festivales periféricos llevado a cabo en el Estadio Ebro, de Martínez.
Daniel Roncoli
https://twitter.com/danielroncoli
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